“Resistencia frente a la adversidad

y capacidad de reconstruirnos”.

 

Estamos viviendo un tiempo difícil, un tiempo que nos genera estrés, miedo y cierta angustia por los sucesos que se vienen dando día a día, por ello necesitamos desarrollar todos nuestros recursos para salir adelante y reconstruirnos para el mañana que será mejor. Hoy más que nunca necesitamos ser optimistas frente a la vida, valorar nuestra convivencia familiar como un don, regalo de Dios y aprovechar de esta circunstancia para crecer y  convivir juntos en  nuestra casa común, la tierra, pero con una mirada renovada de respeto, responsabilidad y tolerancia.

 

Frente  a esta realidad de riesgo en nuestra salud, necesitamos renovarnos, reponernos y tener una mirada de fe y esperanza hacia el futuro. Como dice la canción RESISTERÉ … “resistiré para seguir viviendo..  Aunque mis sueños se rompan en pedazos… resistiré erguido frente a todo, me volveré de hierro frente al mundo…

 

Si los seres humanos tenemos la capacidad de sobreponernos, reconstruirnos y tener una mirada de optimismo frente al futuro, dicha capacidad es la RESILIENCIA, por ello te invito a leer el siguiente artículo.

 

La  resiliencia, según la definición de la Real Academia Española de la Lengua  (RAE) es la capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, pero en psicología le añadimos que no sólo gracias a ella somos capaces de afrontar las crisis o situaciones potencialmente traumáticas , sino que también podemos salir fortalecidos de ellas.

La resiliencia implica reestructurar nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. De esta manera, las personas resilientes no solo son capaces de sobreponerse a las adversidades que les ha tocado vivir, sino que van un paso más allá y utilizan esas situaciones para crecer y desarrollar al máximo su potencial.

Para las personas resilientes no existe una vida dura, sino momentos difíciles. Y no se trata de una simple disquisición terminológica, sino de una manera diferente y más optimista de ver el mundo, ya que son conscientes de que después de la tormenta llega la calma. De hecho, estas personas a menudo sorprenden por su buen humor y nos hacen preguntarnos cómo es posible que, después de todo lo que han pasado, puedan afrontar la vida con una sonrisa en los labios.

¿PODEMOS SER MÁS RESILIENTES?

Si, la resiliencia no es una cualidad innata, no está impresa en nuestros genes, aunque sí puede haber una tendencia genética que puede predisponer a tener un “buen carácter”. La resiliencia es algo que todos  podemos desarrollar a lo largo de la vida.

¿CÓMO SER UNA PERSONA RESILIENTE?

Las personas que practican la resiliencia:

  1. Ser conscientes de nuestras potencialidades y limitaciones. El autoconocimiento es un arma muy poderosa para enfrentar las adversidades y los retos, y las personas resilientes saben usarla a su favor. Es saber  cuáles son las principales fortalezas y habilidades, así como las limitaciones y defectos. De esta manera pueden trazarse metas más objetivas que no solo tienen en cuenta sus necesidades y sueños, sino también los recursos de los que disponen para conseguirlas.
  2. Ser creativos. La persona con una alta capacidad de resiliencia no se limita a intentar pegar el jarrón roto, es consciente de que ya nunca a volverá a ser el mismo. El resiliente hará un mosaico con los trozos rotos, y transformará su experiencia dolorosa en algo bello o útil. De lo vil, saca lo precioso.
  3. Confiar en sus capacidades. Al ser conscientes de sus potencialidades y limitaciones, las personas resilientes confían en lo que son capaces de hacer. Si algo les caracteriza es que no pierden de vista sus objetivos y se sienten seguras de lo que pueden lograr. No obstante, también reconocen la importancia del trabajo en equipo y no se encierran en sí mismas, sino que saben cuándo es necesario pedir ayuda.
  4. Asumir las dificultades como una oportunidad para aprender. A lo largo de la vida enfrentamos muchas situaciones dolorosas que nos desmotivan, pero las personas con un alto nivel de resiliencia son capaces de ver más allá de esos momentos y no desfallecen. Estas personas asumen las crisis como una oportunidad para generar un cambio, para aprender y crecer. Saben que esos momentos no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen. Cuando se enfrentan a una adversidad se preguntan: ¿qué puedo aprender yo de esto.
  5. Practicar la conciencia plena. Aún sin ser conscientes de esta práctica milenaria, las personas resilientes tienen el hábito de estar plenamente presentes, de vivir en el aquí y ahora y tienen una gran capacidad de aceptación. Para estas personas el pasado forma parte del ayer y no es una fuente de culpabilidad y zozobra mientras que el futuro no les aturde con su cuota de incertidumbre y preocupaciones. Son capaces de aceptar las experiencias tal y como se presentan e intentan sacarles el mayor provecho. Disfrutan de los pequeños detalles y no han perdido su capacidad para asombrarse ante la vida.
  6. Ver la vida con objetividad, pero siempre a través de un prisma optimista. Las personas resilientes son muy objetivas, saben cuáles son sus potencialidades, los recursos que tienen a su alcance y sus metas, pero eso no implica que no sean optimistas. Al ser conscientes de que nada es completamente positivo ni negativo, se esfuerzan por centrarse en los aspectos positivos y disfrutan de los retos. Estas personas desarrollan un optimismo realista, y están convencidas de que el mañana será mejor.
  7. Rodearse de personas que tienen una actitud positiva. Las personas que practican la resiliencia saben cultivar sus amistades, por lo que generalmente se rodean de personas que mantienen una actitud positiva ante la vida y evitan las emociones tóxicas.  De esta forma, logran crear una sólida red de apoyo que les puede sostener en los momentos más difíciles.
  8. No intentar controlar las situaciones, sino sus emociones. Una de las principales fuentes de tensiones y estrés es el deseo de querer controlar todos los aspectos de nuestra vida. Por eso, cuando algo se nos escapa de entre las manos, nos sentimos culpables e inseguros. Sin embargo, las personas con capacidad de resiliencia saben que es imposible controlar todas las situaciones, han aprendido a lidiar con la incertidumbre y se sienten cómodos aunque no tengan el control. Se centran en cambiar sus emociones, cuando no pueden cambiar la realidad.
  9. Ser flexibles ante los cambios. A pesar de que las personas resilientes tienen una autoimagen muy clara y saben perfectamente qué quieren lograr, también tienen la suficiente flexibilidad como para adaptar sus planes y cambiar sus metas cuando es necesario. Estas personas no se cierran al cambio y siempre están dispuestas a valorar diferentes alternativas, sin aferrarse obsesivamente a sus planes iniciales o a una única solución.
  10. Ser tenaces en sus propósitos. El hecho de que los resilientes sean flexibles no implica que renuncien a sus metas, al contrario, si algo las distingue es su perseverancia y su capacidad de lucha. La diferencia estriba en que no luchan contra molinos de viento, sino que aprovechan el sentido de la corriente y fluyen con ella. Estas personas tienen una motivación intrínseca que les ayuda a mantenerse firmes y luchar por lo que se proponen.
  11. Afrontar la adversidad con humor. Una de las características esenciales de las personas resilientes es su sentido del humor, son capaces de reírse de la adversidad y sacar una broma de sus desdichas. La risa es su mejor aliada porque les ayuda a mantenerse optimistas y, sobre todo, les permite enfocarse en los aspectos positivos de las situaciones.
  12. Buscar la ayuda de los demás y el apoyo social. Cuando las personas resilientes pasan por un suceso potencialmente traumático su primer objetivo es superarlo, para ello, son conscientes de la importancia del apoyo social y no dudan en buscar ayuda profesional cuando lo necesitan.

Cada una de estas cualidades son  una oportunidad para seguir creciendo, para generar un cambio en nuestras vidas, mejorar la aceptación y no permanecer desmotivados o impotentes ante estos cambios. Las personas dotadas de resiliencia saben que esos momentos de crisis no serán eternos y que su futuro dependerá de la manera en que reaccionen.

Hay personas que son resilientes porque han tenido en sus padres o en alguien cercano un modelo de resiliencia a seguir, mientras que otras han encontrado el camino por sí solas. Esto nos indica que todos podemos ser resilientes, siempre y cuando cambiemos algunos de nuestros hábitos y creencias, pues  las personas resilientes no nacen, se hacen, lo cual significa que han tenido que luchar contra situaciones adversas o que han probado varias veces el sabor del fracaso y no se han dado por vencidas. Al encontrarse al borde del abismo, han dado lo mejor de sí y han desarrollado las habilidades necesarias para enfrentarse a los diferentes retos de la vida.

LA RESILIENCIA EN LOS NIÑOS

Si queremos que nuestros hijos afronten las dificultades de la vida con fortaleza es importante construir un apego seguro y educarles en la capacidad de ser resilientes, para ello es fundamental nuestro ejemplo, no sobreprotegerles y sobre todo creer en ellos.No se trata de evitar que se caigan, sino de enseñarles a levantarse, y para ello tenemos que confiar en que ellos pueden. Por supuesto, tampoco se trata de exponerles a peligros o ambientes agresivos “para que se hagan más fuertes”, afortunadamente no estamos en Esparta. Aportar seguridad y protección es necesario.

Algo importante que podemos preguntarles a los niños cuando tienen un contratiempo si queremos que aprendan a desarrollar la resiliencia es ¿qué puedes aprender de esto? o ¿qué puedes sacar bueno de esto que ha ocurrido?

Enseñar a los niños a relativizar y a ver los errores y los contratiempos como una oportunidad para aprender y mejorar les guiará por el camino de la resiliencia, pero no desde la negación de sus emociones, sino desde empatía hacia lo que sienten y su mundo emocional, transmitiéndoles nuestra confianza en que ellos pueden afrontar la adversidad y superarla.

¿QUÉ DICE LA NEUROCIENCIA ACERCA DE LA RESILIENCIA?

La Neurociencia aporta la base científica que muestra que el cerebro humano es capaz de adaptarse a los cambios a través de la plasticidad neuronal, pues considera que las personas más resilientes tienen mayor equilibrio emocional frente a las situaciones de estrés, soportando mejor la presión. Esto les permite una sensación de control frente a los acontecimientos y mayor capacidad para afrontar las situaciones difíciles y estresantes. En conclusión, permite al ser humano tener fe en el futuro y superar situaciones en las que parece no existir salida.

¿CÓMO PODRÍAMOS SER MÁS CAPACES FRENTE A LA ADVERSIDAD?

Para mejorar nuestra resiliencia necesitamos fortalecer las cualidades que nos permiten una adaptación positiva en una situación de adversidad o sufrimiento.

Probablemente tengamos desarrolladas más unas cualidades que otras, lo ideal sería equilibrar o reforzar aquellos aspectos que necesitemos sin tratar de abarcar todos, y lo que es muy importante, a nuestro ritmo. Estos cambios necesitan comenzar quizás por el primero de ellos, conocernos un poco mejor para saber cómo afrontamos las situaciones dolorosas o traumáticas.

FORMAS DE DESARROLLAR LA RESILIENCIA

  1. ESTABLECER RELACIONES POSITIVAS. Es importante establecer buenas relaciones con familiares cercanos, amistades y otras personas importantes en su vida. Aceptar ayuda y apoyo de personas que lo quieren y escuchan, fortalece la resiliencia. Algunas personas encuentran que estar activo en grupos de la comunidad, organizaciones basadas en la fe, y otros grupos locales les proveen sostén social y les ayudan a tener esperanza. Ayudar a otros que le necesitan también puede ser de beneficio para usted.
  2. EVITAR VER LAS CRISIS COMO OBSTÁCULOS INSUPERABLES. No podemos evitar que ocurran eventos que producen mucha tensión, pero si puede cambiar la manera como se interpreta y reacciona ante ellos. Trata de mirar más allá del presente y piense que en el futuro las cosas mejorarán. Observa si hay alguna forma sutil en que te sientas mejor, mientras enfrentas a las situaciones difíciles.
  3. ACEPTA QUE EL CAMBIO ES PARTE DE LA VIDA. Es posible que como resultado de una situación adversa no le sea posible alcanzar ciertas metas. Aceptar las circunstancias que no puede cambiar le puede ayudar a enfocarse en las circunstancias que si puede alterar.
  4. MOTÍVATE HACIA TUS METAS. Desarrolla algunas metas realistas. Haga algo regularmente que le permita moverse hacia sus metas, aunque le parezca que es un logro pequeño. En vez de enfocarse en tareas que parecen que no puede lograr, pregúntese acerca de las cosas que puede lograr hoy y que le ayudan a caminar en la dirección hacia la cual quiere ir.
  5. REALICE ACCIONES DECISIVAS. En situaciones adversas, actúe de la mejor manera que pueda. Llevar a cabo acciones decisivas es mejor que ignorar los problemas y las tensiones, y desear que desaparezcan.

En conclusión los seres humanos tenemos todo un repertorio y potencial a desarrollar para salir adelante, lo principal es la percepción y decisión que tomas día a día. Solo tú decides cómo reaccionar frente a las circunstancias, sean estas de oportunidad o riesgo. Hoy tenemos la oportunidad de salir adelante, haciendo uso de nuestros recursos internos, pero juntos cumpliendo las normas establecidas en pro de la salud.

Para finalizar solo deseo compartir contigo los efectos de esta situación adversa para nuestra  casa común, la naturaleza que está en todo su esplendor: observamos durante el día un cielo azul con un sol radiante, insectos y aves que vuelan libres por el espacio. Son algunos de los cambios que por mucho tiempo no se observaba… Seamos resilientes, aprovechemos nuestros recursos internos día a día, pensando que mañana será un día mejor. Recuerda siempre que “TÚ ERES EL ARQUITECTO DE TU DESTINO, DE TI DEPENDE LO QUE ERES Y SERÁS EN EL FUTURO”

 

www.elpradopsicologos.es/blog/resiliencia-resilientes/

www.apa.org/centrodeapoyo/resiliencia-camino

www.areahumana.es/resiliencia/